Treinta.

Sammy y Alice se dirigieron de vuelta hacia los bloques de oficinas, tan rápido como Sammy pudo hacer que su abuela se moviera.

Alice no veía la necesidad de apresurarse. Era un día hermoso para ser enero, ¿por qué no disfrutarlo?

Pero no pasó mucho tiempo antes de que escucharan gritos, y Sammy s...