Capítulo setenta y seis

El disparo fue más silencioso de lo que ella hubiera pensado. El sedante lo alcanzó en la parte superior izquierda del pecho, cerca del hombro. Sus ojos se abrieron y luego se cerraron. Esperó cinco segundos antes de sacudirlo.

—¡Asher! —gritó—. ¿Puedes oírme?

Él no se movió. Ella dejó caer la pis...