


Capítulo 74.
Helena se despertó y vio que Maximilien no estaba a su lado, y eso la entristeció, pero de pronto la puerta se abrió y observó la figura imponente de Maximilien que llegaba con la charola del desayuno en sus manos.
— Buenos días dormilona —saludó con una sonrisa.
— Buenos días —contestó ella tratando de solucionar las cosas.
Coloca la charola sobre la mesa de noche y se acerca a ella inclinándose para besarla.
—Perdóname sí, no debí reaccionar así, pero cuando vi que ese imbécil te estaba tocando sentí que me hervía la sangre, ya me conoces lo impulsivo que soy, amor, pero no solo fue eso, ese idiota te puso en peligro, y eso no lo podía dejar pasar —señaló.
— Lo entiendo, pero no me gusta que te pongas así, Maximilien, ya lo hemos hablado —le dijo.
Él respiró profundo y soltó el aire, y después la miró con esos ojos que la dejaban sin aliento.
— Está bien, dejaré en paz a ese tarado, pero eso sí, si intenta algo contigo te juro que le voy a romper la cara —advirtió.
Ella sonrió y se dejó llevar por sus besos que definitivamente eran el remedio para todos sus problemas.
El abuelo Max fue a buscar al doctor para hablar seriamente con él sobre sus métodos, pues aun cuando habían dado resultado, Helena estuvo en peligro y eso era algo que no se podía dejar pasar.
— No entiendo sus métodos doctor, y tampoco sé si lo que hizo estará permitido, y estoy en una disyuntiva con usted, por una parte está la recuperación de mi hija, y por otra está el peligro al que estuvo sometida mi nieta —argumentó.
— Haga lo que usted considere necesario señor Adams, pero yo solo estaba cumpliendo con mi deber, y la prueba es que su hija despertó después de tantos años —se defendió.
— Y eso voy a agradecérselo toda la vida, ¿pero lo que pasó con Helena ?, en ese caso no existe nada que yo pueda hacer, y si Maximilien decide tomar represalias contra usted, yo no podré evitarlo —le aclara el abuelo.
— Lo entiendo señor Adams, y lo único que le pido es que me permita continuar el tratamiento de Carolina hasta darle el alta —solicitó el doctor.
— Hablaré con ellos, y todo dependerá de esa conversación —dijo.
— Que así sea entonces, de cualquier manera pronto tendré que irme, en algunas semanas tengo un congreso muy importante, pero quiero irme con la certeza de que Carolina estará bien —enfatizó.
Max asintió y después abandonó el cuarto del médico y se dirigió a donde estaba su hija, era un buen momento ya que Maximilien y Helena también estaban con ella para tratar el tema del doctor, él no quería perjudicarlo, después de todo y si Carolina estaba otra vez con ellos, era gracias al doctor.
— Necesitamos decidir qué haremos con el caso del doctor, debemos tener en cuenta que Carolina tendrá que seguir con un tratamiento por algún tiempo, y después de todo a él le debemos el que ella esté con nosotros —menciona Max.
— Eso es cierto, pero yo no quiero que ese tipo esté cerca de Helena —intervino Maximilien.
— Creo que lo más conveniente es que ustedes vengan con nosotros, y ya sé que me dijiste que deseabas tener tu propio espacio abuelito, pero por lo menos yo podría verlos todos los días —propone Helena tratando de llegar a un consenso.
— no quisiera separarme de ti mi amor, pero entiendo que tú tienes tu vida, y dadas las circunstancias, creo que lo mejor es que cada quien ocupe su espacio, estaré contigo en todo momento, mi vida, pero se acerca el nacimiento de sus hijos, y no es conveniente que estés sometida a tanto estrés, pero si el médico me lo permite, si me gustaría instalarme cerca de donde ustedes viven —señaló en Carolina en forma contundente.
— Haremos lo que ustedes digan, ya hablé con el doctor y me autorizó para que puedas viajar —contesta el abuelo.
— Me parece una idea maravillosa, entonces no se diga más, viajaremos en mi avión privado, y por la casa no se preocupen, todo está listo para recibirlos —informó Maximilien.
Todos estaban felices, tendrían la oportunidad de permanecer en la misma ciudad, por lo que Helena y Carolina podrían verse todos los días, y en cuanto al molesto médico, él ya no estaría cerca de Helena y de esa forma Maximilien estaría más tranquilo.
Tres días después, Carolina ya podía levantarse de su cama, y aunque lo hacía con ayuda de alguien más, definitivamente era un avance muy importante.
Helena la acompañaba en todo momento, y se deleitaba al ver lo feliz que se ponía con cada paso que su madre lograba alcanzar en su recuperación, quería pasar todo el tiempo posible con ella y recuperar el tiempo perdido.
— Estoy muy feliz, mamá, jamás pensé vivir una alegría tan grande, con Clarisa nunca tuve ni siquiera un poco de cariño, ella solo quería a mi hermana, y cuando murió entendí porque jamás me quiso, después los abuelos me lo contaron todo y poco a poco fui comprendiéndolo todo —dijo.
— Cuanto debiste haber sufrido mi niña, solo Dios sabe que hubiese dado mi vida entera para evitarte ese sufrimiento, te amo tanto, mi Helena —exclamó.
Se abrazaron con una ternura que sobrepasaba todo entendimiento, era una unión tan hermosa que llenaba de felicidad sus corazones, la vida les había quitado mucho, pero ahora les estaba dando la oportunidad de vivir a plenitud esa relación entre madre e hija y pensaban aprovecharla al máximo.
El momento de viajar llegó, y aquella sería su última noche en esa ciudad donde había encontrado sus verdaderos orígenes, Úrsula y Bianca habían insistido en organizarles una cena de despedida.
Se reunieron en el comedor y como era de esperarse los comentarios malintencionados de Bianca no se hicieron esperar.
— Lo conseguiste, prima, te llevarás a mis tíos —vociferó.
— No, sobrina, nosotros nos vamos con ella —intervino Victoria.
— Mi hija está celosa, Victoria, tienen que entenderla, han sido tantos años con ustedes que ahora seguramente le resulta muy difícil separarse de ustedes —mintió buscando justificar a su hija.
— No tienes por qué estar celosa, Bianca, tu ocupas un lugar muy especial en nuestro corazón, pero Helena y Carolina nos necesitan y es con ellas con quien debemos estar —enfatizó.
A Bianca no le gustó para nada el comentario de Max, pero tenía que controlar su enojo si quería obtener algún provecho de toda esa situación, sus intenciones eran más que claras, deseaba quedarse a cargo del corporativo Adams.
— Tío, perdona que te pregunte esto, pero ahora que te vas, ¿Quién se quedará al frente? —lanzó la flecha con toda la intención de conseguir sus objetivos.
Max se quedó pensando, él ya tenía la decisión pero quería generar expectativa.
— Tengo a la persona indicada, sé perfectamente que esa persona hará un excelente manejo de todo, confío en ti, y quiero cuentas claras, estaré muy pendiente aunque me encuentre lejos de aquí —dijo dirigiéndose a todos los presentes.
El rostro de Bianca se iluminó, ella pensaba que sería la elegida para dirigir el corporativo, así que una enorme sonrisa se dibujó, mirando a todos con un aire de superioridad.
— Te dejo a cargo, Paúl, no me falles, tienes en tus manos la oportunidad que tanto esperaste y por la que tanto te esforzaste —agregó.
Bianca estaba furiosa, no se esperaba algo así, nuevamente alguien más estaba desplazándola y eso era algo que no podía soportar aun cuando se tratara de su marido.