


Capítulo 45.
La hora de llevar a Clarissa al crematorio había llegado, Ana no aparecía por ningún lado, pero Helena pensó que se trataba de una más de sus rabietas, o que incluso esa situación la había devastado tanto que prefería mejor no presenciar ese momento tan doloroso.
—Tu hermana no aparece por ningún lado, ¿Quieres que la esperemos?—Preguntó Maximilien.
—No cariño, es mejor así, y si ella quiere esto, entonces así será.—Dijo decidida.
Pronto llegó el momento de despedirse de Clarissa, Helena lloraba desconsoladamente, estaba dejando ir para siempre a la mujer a la que siempre consideró su madre, y eso no era nada sencillo, aun cuando el comportamiento de Clarissa había sido terrible. Dentro de un rato, la persona responsable les dijo que podían abandonar la sala, que las cenizas serían entregadas un poco después, pero que no era necesario esperar, le ofreció la oportunidad de despedirse de ella con un beso, por lo que abrieron el ataúd para que ella pudiera hacerlo.
—Adiós mamá, espero que tu alma alcance la paz y el perdón que tanto necesitas.—Dijo ella suavemente.
El ataúd se cerró, y el corazón de Helena se partió en 1000 pedazos, era tan complicado decirle adiós a un ser al que se quiere tanto, aun cuando ella no lo mereciera, Maximilien la miraba con una ternura que lograba arroparla y protegerla tal como ella requería, pero también le hizo saber que necesitaban marcharse, que estar allí no le hacían nada bien y que debía pensar en su hijo y en el bienestar de ambos.
—Vamos mi amor, vayamos a nuestra casa.—Indicó él.
—Ahora no, necesito ir a la casa de mi madre, hay algo muy importante que debo hacer allá.—Exclamó completamente convencida.
—Ahora no es prudente, hermosa, necesitas descansar, hazlo por nuestro hijo.—
—Precisamente por nuestro hijo es que necesito ir a la casa de mi madre, no quiero ofrecerle una vida llena de mentiras cuando venga a este mundo.—Señaló.
No muy convencido, el asintió y la llevó en su coche hasta la casa de Clarissa, pero cuando llegó el momento de entrar, Helena lo dejó estupefacto con lo que le pidió.
—Amor, agradezco mucho todo lo que haces por mí, pero en este momento necesito estar sola, lo que haré es algo sumamente importante y cambiará mi vida para siempre, ¿Podrías dejarme sola y regresar después por mí?—Comentó ella.
—No lo sé mi amor, este es un momento muy vulnerable para tí y quisiera acompañarte.—puntualizó.
—Estaré bien, te lo prometo, ahora ayúdame a encontrar a Ana, por favor.—Dijo en tono de súplica.
Maximilien pensaba que no debían preocuparse por Ana, que ella había elegido su camino, y que sería mejor respetar su decisión, no obstante, en ese momento no podía hacerle saber a Helena su sentir, por lo que no le queda más remedio que iniciar la búsqueda de esa niña caprichosa que tantos dolores de cabeza les había dado en esos últimos días. Una vez que Helena ingresara a la casa de sus padres, él se marchó y fue directamente a reunirse con el investigador que había contratado para darle indicaciones.
—Tom, ¿Has tenido noticias de mi cuñada? —Preguntó con preocupación a pesar de qué Ana no lo mereciera.
—He pedido que revisen las cámaras de seguridad de la zona, pero no es una tarea fácil señor, deberíamos dar aviso a la policía, la vida de Ana corre peligro junto a ese hombre, si acaso él está involucrado en su desaparición— Expresó.
—Has lo que sea necesario, mueve cielo y tierra si es necesario hasta encontrarla, no quiero que Helena sufra también por esto.—Contestó ya bastante molesto.
Helena entró a la habitación que había sido de su padre, caminó lentamente tratando de organizar todos los recuerdos que se agolpaban en su mente, era un cúmulo de sensaciones, y no pudo evitar romper el llanto al recordar los momentos que había pasado junto a su familia que ahora poco a poco se estaba desmoronando. Toda su vida estaba llena de mentiras, de inventos y de conveniencias según los intereses de sus propios padres, pero muy pronto tendría la respuesta que tanto estaba buscando, pues esa carta, sin duda sería la revelación que ella tanto necesitaba. Abrió el cofre, y en efecto, tal como le había dicho Clarissa, la carta se encontraba en su interior, las letras eran muy claras, decía ”Para Helena ", se notaba que había sido abierta, seguramente su madre lo había hecho para comprobar lo que había en su interior, y probablemente tomó la decisión de ocultárselo , Clarissa siempre anteponía su propio bienestar y el de su hija biológica, dejando de lado a Helena , no podía seguir pensando, necesitaba constatar exactamente el contenido de esa misiva si no terminaría por volverse loca, así que la tomó entre sus manos y la sacó del sobre empezando a leer cada una de las líneas que se encontraban sobre el papel.
—Mi amada Helena , cuando leas esta carta, yo ya no estaré en este mundo, pero quiero que sepas que hasta mi último aliento siempre estuviste en mi corazón como la joya más preciada, eres y siempre serás mi orgullo, no importa qué me encuentre en otro plano, siempre te amaré. Las lágrimas eran inevitables, con cada palabra que leía el dolor aumentaba, era un dolor insoportable porque a pesar de lo mucho que su padre decía amarla, decidió ocultarle sobre la existencia de su verdadera madre.
—Todos hemos sido muy injustos contigo, mi amor, pero era tanto mi deseo de qué tuvieras una madre, que preferí guardar silencio aun cuando Clarissa no era la persona idónea para encargarse de ti. —Escribió su padre.
Sus piernas temblaban y sus manos se pusieron frías, tomo aire y abrió la ventana para que el viento de la noche iluminara sus pensamientos y le trajera el valor que tanta falta le hacía.