Capítulo 41.

La cercanía de Evan se intensificó, era un depredador acorralando a su presa y aun cuando Ana no era ninguna inocente chica, se sentía intimidada, él comenzó a besarla en los labios, en el cuello y a tocarla de manera sugerente, su respiración estaba agitada y se veía la chispa de deseo en sus ojos.

—¿Qué te sucede?, ¿Acaso no te gusto?, Te estás comportando como una niñita boba.—Soltó de repente con un tono áspero en su voz.

—Y tú te estás comportando como un patán, nunca imaginé que me tratarías así, así que quiero regresar, ¿Quién crees que soy? Una niña tonta que vende su cuerpo, no te equivoques conmigo, Evan, yo busco a alguien que me tome en serio—Mintió para salir bien librada .

La realidad es que Ana tenía muy poco sentido de la decencia, y los principios para nada la importaban, pero ese sujeto tenía algo que la hacía sentir vulnerable, era como si él sólo tuviera intenciones de utilizarla, y eso además de qué no le gustaba, para nada le convenía, por lo que era mejor hacerse la interesante para llamar su atención.

—Vamos, juguemos un poco, se buena chica , ya verás que no te arrepentirás.—Siguió insistiendo.

Él la tomó bruscamente por la cintura, pero Ana trató de zafarse de su agarre y como no lo logró, entonces se vio en la necesidad de darle una bofetada, lo cual hizo que la brusquedad de Evan aumentara.

—He dicho que no, Evan, suéltame.—gruñó Ana.

—Sé perfectamente que sabes muy bien cómo complacerme, no pareces una niña inocente, así que deja de hacerte la interesante, que conmigo esos trucos no te funcionan.—Dijo el hombre ya bastante molesto.

Ana volvió a abofetearlo, y entonces él le agarró la mano con una fuerza descomunal, ella sintió un dolor terrible, pensaba que le rompería los huesos debido a la gran fuerza que emanaba del sujeto.

—Al parecer no sabes quién soy, pequeña, así que te lo diré una sola vez, soy Evan Jefferson, y ninguna mujer que me haya puesto las manos encima para golpearme vive para contarlo.—Espetó con furia.

El rostro de Ana palideció, se sentía atrapada, sus pretensiones le estaban costando demasiado caro, se sentía en un túnel del cual no había salida, al parecer ese hombre era implacable, un lobo con piel de oveja que sólo quería satisfacer sus más bajos instintos.

—Basta, me lastimas.—Gritó Ana con las lágrimas empapando sus mejillas

El gesto de la chica parecía no importarle a Evan, por el contrario, se burlaba de su fingida inocencia, había tenido oportunidad de investigarla muy bien y sabía que varios habían pasado por sus brazos.

—Vas a subir al coche e iremos a mi casa, te he colmado de atenciones y detalles, así que no te puedes quejar, es hora de qué me retribuyas un poco, princesita mimada.—Inquirió el hombre con rudeza.

—Por favor no me hagas daño, te estás equivocando conmigo.—Exclamó Ana entre sollozos.

—Ya me cansaste, no pienso soportar tus berrinches.—Le dijo Evan levantando la voz y sujetándola por el cuello.

Ana sentía que estaba perdida, ese hombre jamás le permitiría irse hasta no conseguir lo que quería, era verdad que ella pensaba seducirlo y llevarlo a su cama, pero nunca imaginó encontrarse un panorama tan terrible como el que le esperaba. Al ver que Ana se estaba poniendo morada, el suavizó su agarre y la miró fijamente.

—Tranquila florecita, estoy seguro que la pasaremos muy bien, nos divertiremos mucho tú y yo, al menos yo lo haré, tal vez si cooperas y eres gentil conmigo te trate bien, así que si sabes lo que te conviene harás las cosas mucho más sencillas.—Señaló.

El corazón de Ana se disparó, sabía qué ese tipo sería brutal con ella, y en ese momento se encontraba en una encrucijada, si no hacía lo que él quería, la tomaría por la fuerza y eso sería terrible, pero si lo hacía, quién sabe de qué cosas pudiera ser capaz de hacerle, así que se le ocurrió una idea momentánea qué tal vez funcionaría, ya que en ese momento no tenía otra alternativa.

—Está bien, haré lo que me pides, pero por favor suéltame, me haces daño.—Acertó a decir.

—Así me gusta, gatita, que seas buena y que te portes bien conmigo, vamos al coche. —Dijo.

Esos segundos serían definitivos, por lo que Ana debía aprovecharlos muy bien si quería salir airosa de esa situación tan espeluznante. Avanzaron hacia el coche, los guardaespaldas subieron a sus respectivos carros y en el primer descuido, Ana aprovechó para tratar de salir corriendo, pero Evan era demasiado astuto, así que fue tras ella y la jaló por el pelo.

—¿Te crees muy lista mocosa estúpida?, Te dije que no jugaras conmigo porque te iba a pesar, ahora atente a las consecuencias.—Le advirtió completamente fuera de control.

Ana sentía que la adrenalina invadía todo su cuerpo, estaba temblando y sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, pero tenía que pensar en algo rápido para salir de allí cuanto antes, así qué lo golpeó en una parte sensible de su cuerpo y mientras él se retorcía del dolor ella salió corriendo.

—Idiotas, se escapa, salgan tras ella.—Ordenó Evan a sus guardaespaldas.

Ella se sentía perdida, sabía que era cuestión de tiempo para que esos tipos la alcanzaran y la obligaran a regresar, así que corrió con todas sus fuerzas y por fortuna encontró un montón de turistas que estaban reunidos viendo un espectáculo callejero y pudo mezclarse entre ellos.

—La perdimos, señor, la buscamos por todas partes pero no está.—Informó el jefe de seguridad.

—Maldita sea, son unos ineptos, pero no puede ir muy lejos, sé perfectamente adonde irá, a refugiarse en los brazos de su mamita, vamos, al hotel Imperial.—Indicó.

Luego de un rato, Ana pudo conseguir un teléfono para llamar a su madre, ya que su bolso se había quedado en el coche de Evan, y necesitaba advertirle para que ella saliera del hotel lo más pronto posible.

—Mamá, qué bueno que me contestas.—Exclamó Ana bastante acongojada.

—Anita, cariño, ¿Pero qué te sucede?—Preguntó Clarissa.

—No hagas preguntas, madre, después te explico, ahora tienes que tomar nuestras cosas y salir lo más rápido que puedas de ese lugar, estamos en un grave peligro, por favor haz lo que te digo.—Le dijo.

Ana cortó la comunicación dejando a Clarissa muy preocupada, no entendía qué le sucedía a su hija, pero nunca fue una mujer valiente y por supuesto que no quería correr ninguna clase de peligros, así que se apresuró a recogerlo todo y estaba a punto de salir cuando de repente escuchó como la puerta se abría bruscamente. Ella se sobresaltó y quiso gritar para pedir ayuda cuando unos brazos fuertes la sujetaron y la tiraron sobre la cama.

—Si no quieres salir muerta de este lugar, será mejor que te calles y te mantengas quieta. —Dijo una voz masculina y profunda que le infundía terror.

—Por favor, señor, no me haga daño, se lo suplico. —Clamó ella bastante asustada.

—Si cooperas no te pasara nada, ahora vas a llamar a tu hijita y quedarás de verte con ella en algún lugar. —Le ordenó el sujeto.

—Yo no puedo hacer eso, se trata de mi hija. —Contestó haciendo lo correcto por primera vez en su vida.

—Muy bien, tú lo pediste, estúpida.—

Los guardaespaldas de Evan la sujetaron mientras él la golpeaba, para lo cual le amarraron la boca para que ella no pudiera gritar y que los huéspedes del hotel no se dieran cuenta de lo que estaba pasando, subieron el volumen de la televisión y cerraron la puerta con seguro.

—Mira nada más, viéndote bien no estás nada mal, y estoy seguro que mis muchachos se divertirán mucho contigo, toda suya chicos, hagan lo que quieran con ella, Jason, ya sabes, no quiero testigos, así que haz lo que tengas que hacer para qué todo esto quede como si nunca hubiera existido.—Ordenó el nefasto hombre dándose la vuelta para marcharse de la habitación.

Clarissa estaba aterrorizada , nunca en su vida tuvo que verse expuesta a ninguna clase de peligro, y en ese momento se le estaban viniendo encima todos sus errores, ella había apoyado a su hija para seguir adelante con ese hombre que desde un principio no tenía ninguna buenas intenciones, pero por ambición y por dinero ellas eran capaz de cualquier cosa, y ahora estaban pagando las consecuencias. Por otro lado, el investigador privado que había contratado Maximilien había estado siguiendo muy de cerca los pasos de Ana, incluso cuando Evan la había atacado, él había estado cerca, ahora ella estaba deambulando por allí buscando la forma de esconderse, se acercó a un teléfono público y estaba a punto de llamar a su madre, pero respiro profundo y se detuvo. El investigador la miraba desde lejos, no quería perderla de vista, pero antes debía recibir indicaciones por parte de quién lo había contratado para saber cómo proceder.

—Señor Baker, su cuñada está en un grave peligro, al parecer el tipo con el que salía la atacó, y lo llamo para recibir sus instrucciones.—Le explicó el detective.

—Pon a salvo a Ana de inmediato, y encárgate de qué vayan a buscar a Clarissa al hotel.—Contestó Maximilien.

De inmediato, el investigador se acercó a Ana, ella estaba consternada y por demás asustada, la presencia de cualquier hombre en ese momento le resultaba peligrosa, así que se sobresaltó al verlo y quería salir corriendo pero en la detuvo.

—Espera, estás a salvo ahora, vengo de parte del señor Baker, me dijo que te llevara a un lugar seguro.—Le informó.

Ella suspiró profundo, pero de repente rompió en llanto cuando recordó que su madre se encontraba en la habitación de hotel y que probablemente esos tipos ya habrían ido a buscarla.

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