EPÍLOGO.

La brisa marina mecía a su antojo mi cabello, el lugar era perfecto al igual que la compañía.

—No estoy listo mi angel.

Reí ante los celos de sobreprotección de mi Artemis, el día de mañana tendríamos que partir a Italia nuestra Emily se casaría y de solo recordar eso sentía mi corazón estrujarse ...