Capítulo treinta y cuatro

Gabriela

La noche no había terminado, ni de lejos.

Mi corazón latía con fuerza al saber que él me amaba y poder decir esas palabras en voz alta se sentía tan liberador y, al mismo tiempo, aterrador. Sentía como si nuestra confesión solo hubiera acercado más nuestras emociones, haciéndolas más fue...