Capítulo 110

En el momento en que nos quedamos solas, Wendy comenzó a hablar tan rápido que apenas podía seguirle el ritmo, como si nos conociéramos de toda la vida.

—¡Dios mío, estoy tan contenta de conocerte, Sra. Laurentia! Me llamo Wendy Lowell. Puedes llamarme Wendy. ¿Te importa si te llamo Elena?

Logré ase...