


1
Daniel tenía dolor de cabeza, le sudaba la frente y tenía las manos temblorosas, pero no podía dejar de mirar a través del microscopio que tenía frente a él.
Buscaba la conexión perfecta entre los genes cuando el celular comenzó sonar en su bolsillo y él lo ignoró deliberadamente.
— jefe, le hablan — le dijo alguien, pero él lo ignoró, estaba a punto de hacer el descubrimiento más importante de su carrera y el maldito celular no dejaba de vibrarle en su bolsillo y la molestia comenzaba a enloquecerlo.
Se apartó de golpe cuando ya no aguantaba más, sacó el aparto y contestó la llamada.
—¡Qué? — preguntó más bien en un tono cortante y molesto y la mitad de los científicos que estaban en el laboratorio levantaron la cabeza para mirarlo, pero él era el jefe, nadie le reprocharía la distracción.
— Señor Daniel, ¿Cómo está? Habla la directora de la escuela de su hijo Emanuel, tuvimos un inconveniente y necesitamos que venga por él lo antes posible — Daniel se pasó los dedos por el cabello y dejó escapar el aire.
— ¿En enserio? — bufó — ¿Qué pasó?
— Es mejor que venga — le soltó cortante la directora y él se apretó el puente de la nariz.
— Está bien — dijo, pero en cuanto cortó la llamada buscó el contacto de su amiga y la llamó — Ámeli, preciosa, cesecito un favor, podrías pasar por Emanuel a su escuela, algo pasó con él — la muchacha al otro lado chasqueó la lengua.
— Me estoy haciendo las uñas, cariño.
— Vamos, estoy a punto de hacer un descubrimiento asombroso, verás, estoy tratando de mesclar el genoma de los tiburones…
— Dan, déjame en paz, hoy tengo una cita y debo estar lista, adéu — y cortó la llamada.
Daniel apretó el celular y miró de nuevo por el microscopio, los enlaces se estaban diluyendo y eso le dio un ataque, así que regresó a su trabajo, pero la cara malgeniada de su hijo le rebotó entre las células y tomó de nuevo el celular.
— Hermanito — dijo cuando contestó, sabía que su hermano apenas era un muchacho de diecisiete años, pero ¿Qué más podría hace?
— ¿Qué necesitas? Nunca me llamas a menos que necesites algo.
— Ernesto, necesito un favor, tu sobrino se metió en problemas, ¿podrías ir por él…?
— ¿De qué hablas? bro, es tú hijo tú responsabilidad, estoy en la universidad, nos vemos lueguito — y cortó la llamada.
Cuando Daniel miró por el microscopio lanzó una maldición, los enlaces se habían roto y tendría que comenzar todo nuevamente, así que tomó la chaqueta y se quitó la bata y salió hecho una furia del lugar.
Cuando detuvo el auto frente a la entrada del colegio miró la fachada con nostalgia, había estudiado ahí gran parte de su vida y amó cada año escolar, fue el mejor regalo que sus padres le pudieron haber hecho, una escuela diferente para niños diferentes; Pero al parecer, aun así, era poco para Emanuel.
Bajó del auto y cerró la puerta de golpe, y después de entrar a lugar, lo primero que se encontró fue al profesor Alexei que lo miró con sorpresa.
— Mira nada más, el hijo prodigo vuelte a casa — el cabello rojizo del hombre comenzaba tornarse plateado por los lados, pero aun así se veía fuerte y con ánimos.
— Profe — le dijo él y le dio un corto pero fuerte abrazo.
— ¿Cómo va todo en el laboratorio? — Daniel ladeó la cabeza.
— Podría ir mejor, pero, ¿Dónde está mi hijo? — el profesor ladeó la cabeza.
— En la oficina de la directora. No sé bien lo que pasó, él está en otro salón de clase, pero parece que fue grave. Te acompaño a la oficina.
Cuando entró a la oficina lo primero que notó fue el cabello rubio de su hijo y el rostro enrojecido que le apartó la mirada, luego el de la directora muy enojada y una señora que sostenía un trapo ensangrentado sobre la cabeza de otro niño.
Sintió que las rodillas le temblaron al igual que la voz cuando habló.
— ¿Qué pasó? — preguntó asustado y la directora le indicó que se sentara en la silla frente a su hijo, así que él lo hizo — Emanuel se peleó en los baños con un grupo de niños, y terminó rompiéndole la cabeza su compañero — Daniel miró hacia el niño, pero él le sonrió con timidez. La enfermera levantó la cabeza.
— No es grave, ni requerirá puntadas — cuando él miró a su hijo él le apartó la mirada.
— ¿Por qué lo hiciste? — le preguntó, pero el niño no lo miró.
— Ninguno ha querido hablar, la verdad se asustaron todos al ver la sangre, pero entenderá, señor Quiroz, que este comportamiento no será permitido en la escuela — Daniel dejó escapar aire.
— ¿Lo van a echar? — la mujer negó con la cabeza.
— No hacemos esto en esta escuela, usted nos conoce — le dijo la directora — usted es uno de los graduados más exitosos de nuestra institución, así que, por eso, por ser usted, los expulsaremos dos meses.
— ¡Dos meses! — alzó la voz Daniel y la mujer asintió.
— Tomará clases virtuales esos dos meses, y también, la condición para que regrese será que busque ayuda especial, usted sabe. Emanuel es un niño difícil, pero sin duda tremendamente talentoso. Solo basta darle un empujoncito en la dirección correcta…
Daniel salió de la escuela con en el niño en brazos.
— ¿Me contarás qué pasó? — le preguntó pero él apenas y lo miró, solo recostó la mejilla en su hombro. Recibió una llamada de su amiga y contestó.
— Al final mi cita me dejó plantada, ¿Qué pasó con Emmy? — él le acarició la espalda al menor.
— La verdad ni idea.
— Deberás buscar una esposa, Daniel, puedes intentar por la app que uso yo — le comentó Ámeli y Daniel soltó una carcajada.
— ¿Esa de gente pervertida? No tengo tiempo para eso, no necesito una esposa, lo que necesito ahora es… ¿Podrías poner un anuncio en el periódico por mí? — Ámeli asintió con la voz — necesito una maestra, o una psicóloga especializada en comportamiento o algo así, tú sabes más de eso, ¿Podrías ayudarme?
— Está bien corazón, ya lo hago, voy en la noche con pizza, saludes a el demoniecito — Daniel dejó a su hijo en el asiento de atrás y se dirigió a casa, ambos en un silencio bastante incómodo.
Ámeli buscó el contacto del periódico y después de hacer la transferencia se quedó mirando la pantalla donde debería escribir el anuncio.
Había preparado uno bien profesional buscando una docente especializada en el caso del niño, pero ella era muy consciente de que el problema principal lo tenía era Daniel, con tanto trabajo y estrés, así que, si el hombre no iría a Tind3r, ella llevaría Tind3r a él, y en el anuncio escribió:
“Padre en apuros busca niñera”