Por fin

Icaro se posicionó de manera que quedó acostado sobre Zorah, sosteniendo su peso corporal fuera de ella, su pene parecía tener un pulso propio, palpitando contra su vientre. La miró fijamente.

—¿Estás segura?

—Nunca he estado tan segura en toda mi vida. ¿No sientes lo mojada que estoy para ti? —en...