Capítulo 38: De monja a esposa.

En este preciso instante, se hallan en el lujoso apartamento, que Ángel había comprado para los dos:

—¡Eres tan hermosa! Tu piel y toda tú, me adormece en calma—murmura Ángel, rozando su mejilla con excitación. Inmaculada se sonroja de alegría y a la vez de miedo, ante lo evidente.

—Ángel quiero q...