


CAPITULO 6
NATASHA
—¿Has bailado alguna vez? —indagó Jenny.
—¿Bailar?
—Sí, trabajar bailando en un club.
—Te refieres a un lugar como este —señale a nuestro alrededor.
Ella afirmó con un asentimiento de cabeza.
—Si, exactamente es este el sitio al que me refiero.
—Nunca —respondí de inmediato —Solamente he trabajado de camarera, en bares y restaurantes. Bailar, desnudarme y tener sexo con desconocidos para conseguir algo de dinero no es lo mío. Jenny, tú lo sabes, me conoces.
—Técnicamente, no es un sitio de esos dónde se tiene sexo como dices.
—¿A no? — exclamé, arqueando una de mis cejas.
Negó rotundamente con su cabeza.
—Aquí solo se baila y ya. No tienes por qué tener contacto con los clientes si tú no lo permites o mucho menos desnudarte delante de uno de ellos.
¿Existía algo así? No se miraba cómo un club de esos dónde los hombres fueran y señalarán con cuál mujer elegían para tener sexo por un rato.
Después de que mi madre trabajo en un sitio donde las mujeres bailaban y ofrecían sus servicios de compañía, para mí todos tenía la misma función. Pero este, no estaba ni cerca de ser igual al basurero al que mi madre llegó a ir, podía ver la diferencia entre ambos clubes. Por un momento llegué a creer que en algo si eran similares y que ofrecían los mismos servicios al igual que cualquier prostíbulo; sin embargo, las palabras sinceras de Jenny me aclaraban varias dudas.
—¿Entonces qué, te animas a trabajar en Dark Side Of Esmeralda? —me preguntó de nuevo.
ALESSIO
Con un movimiento desequilibrado caminé por el oscuro pasillo de aquel club neoyorquino, con aspecto muy distinto al que mi madre solía mantener cuando estuvo en el mandado del establecimiento. Estar en una de las zonas más elegante donde los hombres con más dinero o poder venían, no servía de mucho, no desde que ella dejó de estar aquí.
Apenas era consciente de mi estupidez, no recordaba del todo porque había venido a este sitio y el porqué seguía en el. Perdí la noción del tiempo y de cualquier recuerdo en cuanto termine embriagado. Después de ahí, ya nada me importó. Solo continué bebiendo hasta casi quedar anestesiado.
Mi cerebro no estaba en estado razonable, solo se encontraba ahogado en alcohol, pero estaba activo lo justo para permitirme levantar la mano y agarrar el pomo de la puerta.
En el fondo sabía que no había ninguna buena razón para venir a esta habitación. Pero la necesitaba, necesitaba esto. Después de girar el pomo empujé la madera para que se abriera completamente.
Con lo primero que se encontraron mis ojos fueron con esa figura femenina, recordándome que ella era el motivo por el cual había venido. Estaba de espaldas, de pie frente a un espejo largo y amplio, contemplando esa belleza suya que me encantaba venerar siempre que estábamos juntos.
—Me gusta como te ves en ese vestido —dije al acercarme a ella por detrás —Pero me gustas más sin el puesto. —coloque mis manos en sus caderas bien definidas.
—Hola, nene —respondió ella con una risita, mirándome fijamente por el espejo —Te he estado esperando, me has tenido muy abandonada.
—Pues entonces ya no más abandono —la gire entre mis brazos y atrapé sus labios con los míos.
La besé como si fuera un puto adolescente calenturiento urgido por sexo. Pues así me sentía, y no es que no hubiera estado con otras chicas el tiempo que no vine a verla; sin embargo, había pasado ya algunos meses desde que la folle y mi polla ya estaba lamentándose no estar dentro de ella. Ella era diferente a las tantas chicas con las que me llegué a acostar, puesto que era una mujer. Su madurez y experiencia me hacían sentir como un hombre y no como el mocoso que muchos miraban en mí. Y lo más importante era que siempre sabía lo que quería y lo que quería lo hacía muy bien.
Conseguí mantenerme recto aún con mi alcoholismo encima. Sin dejar de pasar mis manos por sus curvas y mi boca por su cuello y sus tetas la llevé hasta el sofá amplio que estaba ubicado en el fondo de la habitación.
Ambos nos desnudamos, yo no tuve mucha suerte, pero ella fue muy complaciente cómo siempre y me ayudó con casi todo. Dejé caer mi espalda en la tela suave del sofá mientras ella se acomodaba para montarme.
Se hundió contra mi polla y se movió con movimientos rápidos, los cuales podrían provocar una erupción que la dejaría más mojada. Clave los dedos de mis manos en la piel de sus caderas para profundizar más y evitar que perdiera el ritmo antes de corrernos los dos.
La cabeza me daba vuelta, un fuerte dolor repentino me llegó y reprimí un gemido exasperado mientras tomaba mi cabeza con ambas manos al instante que me incorporaba para levantarme de dónde estaba antes tirado inconscientemente.
¿Dónde demonios estoy?
Abrí lentamente los ojos, la luz no se filtraba por las ventanas. Las cortinas altas y gruesas no lo permitían. Agradecí mentalmente que esto seguirá oscuro.
—Nene, ven conmigo —una mano con unas uñas bien cuidas y pintadas tocaron mi brazo —Anda, ven. Dijiste que me compensarías por el abandono en el que me tenías.
Mi mente trató de recordar algo. Yo, ella, los dos follando como maníacos. Yo borracho, sosteniéndome muy apenas y llegando hasta su habitación.
Mierda…
Había dicho que dejaría esto atrás, el follarla y todo lo que tuviera que ver con Narkissa Smirnov. Sin embargo, continuaba buscándola, volviendo al mismo lugar de siempre.
—Me tengo que ir —es todo lo que digo al ponerme de pie.
Cómo pude busque mi ropa y me la coloque con mucho trabajo hasta me llevo más del tiempo que quería. Ella ya estaba medio vestida y tuvo la oportunidad de acercarse a mí.
—¿Por qué siempre haces esto? —indagó, sus manos se deslizaron por mi pecho desnudo hasta llegar a mis hombros.
—¿Hacer qué? No sé de qué hablas —mentí, sabía exactamente a qué se refería, pero como siempre ignoraba su pregunta o terminaba desviándola —Traigo prisa —deslice mi camisa roja por mis brazos hasta mis hombros, pero no la abotone. Lo único que quería era salir ya de aquí.
Sin tomarme la molestia de retirar sus manos de mi cuerpo, me alejé de ella. Pero antes de cruzar la puerta, Kissa, habló:
—¿Si sabes que siempre estaré aquí para ti? —cuestiono en ese tono suyo cuando trataba de tranquilizarme.
No dije nada, simplemente asentí sin girarme para verla. Si lo hacía podía volver a sus brazos y perderme de nuevo dentro de su delicioso cuerpo.
Había muchas razones por las que la buscaba, no solamente por el sexo fantástico que teníamos. Al principio si fue solo atracción, pues ella había sido la que me enseñó muchas cosas y por la que dejé de ser un crío. Ella me convirtió en un hombre, la única que me entendía de todas las formas posibles.
Salí sin mencionar nada y ella no me persiguió, otra en su lugar hubiera hecho eso y hasta me hubiera suplicado o lloriqueado porque no me fuera. Otro punto a favor para Narkissa Smirnov.
—¡Qué jodidos! —me estampe contra alguien, no me di cuenta, pues iba completamente distraído en mis pensamientos —¿Alessio? ¿Por qué demonios estás aquí?
—Hola para ti también tío —dije con una forzada sonrisa.
—Salgamos de este sitio —me tomó del brazo, tirando de el para sacarme del club por las puertas traseras del establecimiento —¿Qué demonios tienes en la cabeza?, ¿mierda si a caso? Porque yo que recuerdo te prohibí venir a este club —me amonestó, ya estando afuera y solos.
—No soy un crío —me liberé de su agarre, sacudiendo mi brazo —¿Te vas a comportar igual que mi padre? Porque déjame decirte que ya tengo mucha de esa mierda y esa misma mierda me trajo hasta aquí.
Resopló mientras se giraba y me daba la espalda, se pasó una mano por su cabellera rubia desordenada. Se volvió hacia mí y fijo sus ojos verdes en mí, eran casi idénticos a los de mi madre.
—¿Qué haré contigo? —pronunció, colocando sus manos en sus caderas mientras continuaba observándome. —Eres igual de terco que ella, y te aprovechas de eso —me acusó con el dedo; sin embargo, pude ver algo de dolor en su mirada cuando la mencionó —Mierda…
A todos nos dolía. Ella había dejado un vacío muy enorme en cada uno de nosotros, lo único que deseábamos era ver de nuevo sus ojos brillar de emoción.
—De todas maneras ya me iba —repuse y comencé a retroceder para alejarme de él.
—Espera —me pidió. Me detuve aún sin girarme —No siempre te voy a salvar el culo —me señaló de nuevo —No quiero lidiar con el lunático de tu padre, ya tengo suficiente con tu abuelo que me recrimina todo lo que haces como si fuera tu jodida niñera.
—No necesito que me cuides, y díselo también al abuelo —le recuerdo.
No sé por qué demonios seguían pisándome los talones, con mi padre bastaba y sobraba.
—Entonces no vuelvas a la misma mierda de siempre, ya no más con ella —cuando la menciona es más que suficiente para saber que estaba refiriéndose a Kissa. —Narkissa no te hace bien, eres demasiado joven y ella es una mujer. Fóllate a niñas de tu edad, todas las que tú quieras, pero aléjate completamente de ella.
—No hagas que dejé de llamarte tío. ¿O a caso yo te digo con quién folles o no? No te metas en mis asuntos tío Luca —lo ignore y me gire para comenzar a caminar e irme de allí.
—Haz lo que te digo y en un futuro me agradecerás si te alejas a tiempo, si no lo haces lo lamentarás y terminarás diciéndome: debí haberte hecho caso —elevó la voz mientras me alejaba para qué lo escuchará.
Lo único que hice fue, levantar mi brazo y sacudir mi mano en el aire en forma de despedida.
No quería ser grosero con él. Luca y el abuelo siempre estaban ahí desde la ausencia de mi madre. Es como si quisieran cuidar lo que ella dejó pendiente para cuando regresé no nos encuentre perdidos o tirados y asesinados en alguna fosa.
Mierda, la cabeza seguía doliéndome. Ni los analgésicos que me dio Gero me calmó un poco. Sé que no era una de sus pastillas mágicas como les decía por qué esa mierda si ya me hubiera hecho efecto.
Mejor hubiera aceptado su pastilla mágica. No es como si fuera la primera vez que consumía una droga, no era un adicto, pero si había ingerido anteriormente una que otra. ¿Pero quién en este jodido mundo de la mafia no lo había hecho? Todos habíamos pasado por algo así, hasta el más serio o inocente, como les decían.
Aquí el detalle era que yo no consumía sustancias que afectarán mi estado emocional cuando me subía a mi motocicleta para participar en alguna de las carreras.
Hoy Gerónimo me había conseguido la carrera que le había pedido. Aún no conocía a mi rival, la verdad ni tenía cabeza para pensar en eso. Únicamente lo que quería era que apareciera ya y que esto acabará de una vez por todas.
El motor de una moto resonó detrás de mí, acercándose a la línea donde comenzaría la carrera. El individuo llegó a mi lado. No sé por qué me dio la curiosidad de voltear a verlo.
Me quedé de piedra cuando note las curvas de una mujer debajo de un conjunto negro de cuero. Llevaba unos pantalones muy ajustados, demasiado diría yo, una chaqueta que combinaba y que al igual le quedaba como si fuera una segunda piel, dándole forma a sus bien redondos y firmes tetas.
Maldita sea, no sé por qué mi polla se sacudió con solo verla.
No podía verle el rostro incluso ni saber el tono su cabello, puesto llevaba un casco del mismo tono que su ropa. Pero el no verle la cara no impedía que supiera que se traba de una mujer con la que competiría.
Rara vez había ocurrido eso, las únicas que lo hacían eran muy buenas corredoras. Eso quería decir que esta chica también era una de esas o tal vez hasta mejor.
La única forma que tenía era, averiguándolo.