No temas al segador

—Dos semanas después—

Thanatos estaba sentado en su oficina, revisando su expediente. Con el ceño fruncido, miró al vampiro que estaba frente a él.

—Dame un minuto, por favor —sacó su teléfono—. Romulus... sí, está aquí... escucha, creo que deberíamos discutir el hecho de que tus guardias vampiros...