CAPÍTULO 25. ENTREGADOS

Christian Goldman

La abracé fuerte, sin querer soltarla, con mi corazón lleno de amor y felicidad. Me sentía vivo de nuevo, era como si hubiese renacido. Todo lo que había sufrido durante todos estos años se había borrado en un instante, al verla a ella de nuevo. Nos dimos un largo y dulce beso...