Sin devoluciones

Liam llamó a Eden mientras subía las escaleras y se sintió enormemente aliviado cuando Clara contestó.

—¿Dónde está? —exigió.

—Está aquí, señor; estaba a punto de llamar un taxi para ella.

—No hace falta, yo la llevaré a casa —dijo él—. Espérame afuera; traeré el coche.

Cinco minutos después, l...