Tú eres mi corazón

Eden no mentía cuando decía que no sabía cocinar, y Liam no podía entender cómo había logrado arruinar su sopa de pollo. Estaba demasiado aguada, demasiado salada y la carne estaba demasiado blanda.

Pero se la tragó con mucho entusiasmo.

—¿Qué tal está? —preguntó ella ansiosa, su enojo temporalmen...