Ya no confío en ella

Mi cara estaba roja, estaba roja cuando me paré frente al espejo, mirando los incontables chupetones que Leander había dejado en mi cuerpo. Estaban en mi cuello, mis pechos, mis hombros, mi clavícula—en todos lados donde alguien pudiera verlos.

Intenté cubrir algunos con el maquillaje del cajón del...