CAPÍTULO SESENTA Y UNO

Salí de su habitación hacia la mía y la encontré polvorienta, tal como sugirió el Alfa. Llamé a una sirvienta para que me ayudara a limpiar, lo cual hizo con gusto.

—Gracias —dije después de que terminó.

—De nada, cuando necesites algo, puedes llamarme —dijo mientras se iba.

—No hay problema.

En...