Honestidad en el jardín

El jardín estaba tranquilo, salvo por el lejano susurro de las hojas en la brisa de la tarde. Sebastián y yo estábamos sentados en una pequeña mesa redonda, bajo un dosel de enredaderas florecidas. El olor a jazmín se mezclaba con el aroma de la comida que Sebastián había traído. La mesa, aunque sen...