Los lobos también están aquí

Me desperté con la tenue luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas. La habitación aún estaba en penumbra, pero podía sentir el calor de Sebastián a mi lado. Me giré ligeramente, observándolo mientras yacía allí, su pecho subiendo y bajando en un ritmo constante. Por un momento, sentí una...