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—Jarek —dijo con firmeza, como un hombre de negocios—, acepto tu ayuda. Ahora dime qué vamos a hacer para acabar con ese maldito Richard Quirrell.

Jarek se levantó, conteniendo las lágrimas al ver a su nieto resurgir de las cenizas, y extendió una mano temblorosa que Nathan miró impasible.

La estr...