Capítulo 26.

Con un lindo vestido en el que se me congelaba el trasero, mi sonrisa profesional y unos zapatos bajos, me estacioné en la zona de proveedores del salón de lujo a dos pueblos de distancia.

¿Y todo para qué?

Para que el gorila que estaba de encargado de recibir el catering y otras tonterías me dije...