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Padre llegó a primera hora de la mañana a mi casa. Yo lo miré con el ceño fruncido. Sabía que iba a decirme algo, y eso era molesto, y más en mi estado. Hoy había amanecido de malas, mi brazo me dolía como el infierno.

— ¿Pasó algo? — Le pregunté.

Por la cara de mi padre, sí pasaba algo, y ya imag...