32

Stephano estaba prácticamente encima de mí. Quería darle una patada y tirarlo lejos. ¿Acaso no había visto bien a Piero? Dios mío, Stephano solo quiere mortificarme.

— ¿Puedes dejarme en paz? De verdad, no quiero problemas — le dije.

Él se rió un poco. ¡Cómo me estresaba este hombre!

— Entonces, d...