Parte ciento veinticuatro

—¡No me jodas! —gruñó Dominic. Los documentos frente a él contaban la misma historia que Faro acababa de relatar, pero no quería creerlo. Estaba furioso porque Eris había mantenido sus problemas en secreto.

Dominic lo habría ayudado, siempre ayudaba a todos ellos; la sangre era sangre y estaban uni...