63__Perder a su conejo del bosque

No había pasado ni un segundo desde que Diana se sentó en su trono cuando se levantó alarmada. Sus nervios estaban a flor de piel, sus sentidos agudizados.

Algo estaba mal.

Tensa, miró a su hija, que permanecía tan silenciosa como siempre al lado del trono de su madre, los iris blancos de sus ojos...