Capítulo 35

—Hola. ¿Puedo ayudarle? —preguntó una mujer mayor, delgada, con el cabello gris bien peinado, mirándome por encima de sus gafas.

Miré alrededor del banco. Aparte de unos pocos empleados que intentaban parecer ocupados, yo era el único allí.

—Sí. Me gustaría abrir una cuenta corriente.

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