Capítulo 54

La luz de la luna bañaba su piel con tonos etéreos mientras se recostaba en la llanta, sus delgados dedos aferrándose a la cuerda sobre ella. El contorno de sus pechos y caderas se marcaba contra el vestido desde su posición, y maldita sea si su corazón no golpeaba sus costillas. Otra vez. ¿Qué demo...