Capítulo 9

POV ALISSON COOPER

Me despierto con un ronroneo junto a mi oído. Abrí los ojos y encontré a Lupy mirándome. Sonreí al verlo tan lindo con su pelaje erizado. Maulló y se acercó a mi cuello acurrucándose. Lo tomé en mis manos y me quedé mirando esa pequeña joya. Lo acerqué a mis labios y besé su cabeza.

—Gracias por despertar a tu mami. —Lo dejé en la cama y me levanté.

Después de la ducha, me puse el uniforme y salí de la habitación con Lupy en mis brazos. Al llegar a la cocina, vi a Lady Bonnie frente a la estufa cocinando huevos y tocino.

—¡Buenos días! —saludé—. ¡Huele delicioso!

Ella se giró lista para saludarme, pero sus ojos bajaron y se enfocaron en lo que tenía en mis manos.

—Qué lindo... —apagó la estufa y se acercó.

—Hermoso, ¿verdad? Se llama Lupy, entró aquí anoche, ¿puedo quedármelo?

—Por supuesto, esta también es tu casa. —tomó al gato de mis manos—. Es tan lindo...

Mientras tanto, me acerqué al refrigerador y saqué un cartón de leche. La vertí en un tazón y la calenté para él, luego vertí el líquido tibio en un plato y lo puse a beber. La señora Bonnie y yo tomamos nuestro café.

—¿A qué hora llegaste ayer? —me preguntó.

—No lo recuerdo exactamente.

—¿La pasaste bien con Debbie?

—Sí, fue interesante.

Tan pronto como llegó la hora de trabajo, me despedí de mis cosas preciosas y salí de la casa. Hoy no iré con Debbie, pidió tiempo libre para visitar a su madre. Ya en el lugar de trabajo, caminé a grandes pasos hacia la cafetería. Al pasar por la puerta del personal, me sorprendió mi jefe.

—Llegas tarde, Cooper. —miró su reloj—. Hace veinte minutos.

—Lo siento, es que el autobús se retrasó un poco y...

—¿Dónde está Debbie?

—Pidió el día libre hoy.

—¡Ah! —recordó—. Ponte a trabajar de inmediato.

Mientras atendía a los clientes, sentí una sensación de ardor recorrer mi cuerpo. Miré alrededor del lugar y de repente vi a un hombre vestido con un traje negro acompañado de un niño. Era... ¿Peter? Me di cuenta de que otro guardia de seguridad se acercó a mí y me pidió que lo acompañara. Tan pronto como me detuve frente al niño, él agarró mis piernas abrazándome con todas sus fuerzas.

—Hola, Alisson.

—Hola, Peter, ¿qué haces aquí? —pregunté mientras me agachaba a su altura—. ¿No deberías estar en la escuela?

—Vine a verte, ¿por qué no viniste a visitarme? Me lo habías prometido, ¿no cumples tus promesas?

Parpadeé durante unos segundos procesando tantas palabras. Peter me miraba con decepción, tratando de formar una palabra, pero no salía. Tomé su mano y lo acerqué a mí.

—No pude visitarte porque estaba trabajando.

—Entonces renuncia.

—No puedo, tengo un hijo que mantener.

—¿Tienes un hijo?

—Sí, un gatito, se llama Lupy.

—¿Puedo conocerlo?

—¿Quién sabe algún día? —sonreí nerviosamente.

En ese instante vi a Kevin acercarse a nosotros. Llevaba un traje azul oscuro y en su oído, un teléfono. Observé sus pasos pesados, sus músculos se movían mientras caminaba. Dios... No puedo creer que me masturbé imaginándolo. Al acercarse a nosotros, le habló a su hijo:

—Vamos, Peter.

La voz gruesa y rígida sale de sus labios como un gruñido salvaje. Mi boca se seca y mi imaginación recrea escenas que nunca imaginé.

—¿Ya, papá?

Me levanté del suelo y me quedé casi a su lado. Kevin era muy alto, levanté mi rostro para ver el suyo. Estaba serio, con una mirada aterradora que lanzó a su hijo. Pronto, el niño bajó la cabeza y dijo:

—Vamos.

Uno de los guardias de seguridad extendió la mano y llevó a Peter hacia el estacionamiento. Me quedé en el mismo lugar sin hacer ningún movimiento brusco. Me di cuenta de que él todavía estaba allí, parado a mi lado. Giró su cuerpo y me enfrentó, una sonrisa dibujándose en sus labios. Por un momento pensé en darle la espalda y volver al trabajo, así que lo hice, pero antes de dar un paso, su mano agarró mi muñeca obligándome a quedarme allí.

—Pensé que sabías obedecer órdenes.

—Pensaste mal, señor Miller.

—Dije que no quería verte fuera por la noche.

—Pero tú no eres mi jefe.

Él soltó una sonrisa burlona, dio un paso adelante y habló con una voz seductora:

—Estás haciendo todo más interesante, muñeca.

Sin oportunidad de replicar a sus ambiguas palabras, Kevin se alejó a grandes zancadas, mezclándose con la multitud. Suspiré varias veces y volví a mi trabajo. Llegó el final de la jornada laboral, fui a mi casillero y agarré mi bolso. Me despedí del último que salió antes que yo. Unos minutos después me acerqué a la puerta y de repente escuché la voz de mi jefe detrás de mí.

—¿Señorita Cooper?

—¿Sí?

—Necesito que esperes unas cajas en el almacén que acaban de llegar.

—Lo haré mañana.

—¡Hazlo ahora! —ordenó.

—Pero mi jornada laboral ha terminado.

—Considéralo un castigo por llegar tarde.

Suspiré desanimada, deposité mi bolso en el mostrador y fui a hacer lo que me pidió. Empecé a llevar las cajas al almacén rápidamente. Estaba enojada y cansada, quería irme a casa. Sin esperarlo, sentí unos brazos alrededor de mi cintura que me tiraron hacia atrás. Me sobresalté y rápidamente me aparté. Enfrenté el rostro de mi jefe y él tenía una sonrisa maliciosa.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—¿Qué pasa, Cooper?

—¿Estás loco? —pregunté incrédula.

—¿Qué? ¿No te gustan los hombres?

—Eres repugnante...

—¿O me vas a decir que eres lesbiana? Eso tiene sentido, ya que estás pegada a Debbie.

—¡Eso no te importa, imbécil!

—Siempre te encontré atractiva, chica. Quedémonos, las cámaras están apagadas y nada se grabará.

—¡No te acerques a mí, si lo haces, juro que te mataré!

Aceleré mis pasos fuera del almacén, me acerqué al mostrador y agarré mi bolso. Antes de acercarme a la puerta de salida, mi cuerpo fue tirado hacia atrás y caí al suelo.

—¡No te hagas la difícil, estúpida!

Me levantó del suelo e intentó besarme a la fuerza. Llena de ira, golpeé su zona baja haciéndolo soltarme y caer al suelo. Frustrada y disgustada, agarré una escoba y rompí el mango en su espalda, viendo cómo se retorcía de dolor. Agarré mi bolso sintiendo mi pulso acelerado. Antes de irme, le di una patada en el estómago.

—¡Desgraciada! —me ofendió—. ¡Estás despedida!