9. Cinco minutos

—Es tu primer día y ya llegas tarde —bromeó Sean, estacionando el coche frente al imponente edificio de cristal. Apagó el motor y me miró—. Tendré que enseñarte a poner una alarma, ¿eh?

Puse los ojos en blanco, sintiéndome agotada por los eventos de la noche anterior. Su intento de burla no me dive...