Capítulo 11

Silencio. Eso fue todo lo que escuché al abrir los ojos. No había el tintineo de las sartenes de mamá cocinando, ni el crujido del periódico de papá leyendo, y tampoco el olor a café y tocino dándome los buenos días. De repente, nunca me había sentido tan sola como en este momento. No tenía a Damian...