Capítulo trece: Dos Buzzkills

El dorso de la mano de Teddy golpeó mi nalga. —Levántate, Tess. Vamos. Tienes que prepararte.

Las almohadas de plumas que los chicos compraron para mi cama eran como las nubes más suaves de la primavera, y me puse una sobre la cabeza. Después de bloquear la luz y el sonido de su voz, levanté mi ded...