Capítulo diez: El club

Podía sentir el pulso del bajo en mi garganta antes de que siquiera llegáramos al estacionamiento del club en un pueblo cercano.

Cuando bajé al asfalto, sentí la aceleración en el aire, la calma intangible antes de la tormenta. Lo sentí en cada célula de mi cuerpo, sacudí mis dedos y giré mi cuello...