31. Los celos que se pudren en lo profundo de él destruirán cualquier cosa.

RÍO

Bea fijó sus ojos en su madre mientras el color se desvanecía del rostro de Eve. La reina abrió y cerró la boca varias veces hasta que suspiró y bajó la mirada con vergüenza.

—Bea, cariño —susurró—. Tienes que entender que todo lo que hice fue para protegerte. Nunca pensé en las consecuenc...