Capítulo cuarenta y dos: Luna

No puedo evitar mirar a Lukas, quien clava sus ojos dorados en los míos. Parece que pasan varios minutos y después de eso puedo escuchar a los Ancianos moviendo los pies. Me rindo, suspirando.

Me encojo de hombros. —Supongo que va a suceder tarde o temprano.

Lukas abre la boca, como si no pensara ...