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Dawn obedientemente se colocó sobre sus rodillas. Su trasero aún estaba rojo de la última vez que la habían azotado, cuando fuera que eso hubiera sido.

—¿Me dejará correrme, señor, o me atormentará un poco más? —preguntó Dawn.

—¿Prometes comportarte el resto de nuestra visita?

—No creo que sea posib...