358

Sephie

Adrik y yo fuimos los últimos en desayunar la mañana siguiente. Todos nos miraban con complicidad y de repente me preocupé de haber sido demasiado ruidosa la noche anterior. Adrik sintió mi repentino pánico. Deslizó su brazo alrededor de mi cintura, sus labios junto a mi oído.

—Nadie te e...