Capítulo ciento cuatro

Sephie

Nos sentamos junto al lago un rato más. Empezaba a sentirme adolorida de estar sentada en el suelo, así que sugerí que volviéramos a la casa.

—Sé que no quieres, Bubba. Te prometo, de verdad esta vez, que no te dejaré solo si no quieres que lo haga.

Se levantó y me ofreció su mano, ayudá...