65 - Placer genuino

Sebastián levantó a Helena en sus brazos como si fuera su princesa y, mientras se dirigía a la cama, no dejaba de mirarla a los ojos, como si no existiera nada más en el mundo que ella. Sus pupilas se habían dilatado al máximo, llenas de deseo por esta mujer que lo sostenía contra su piel y lo mirab...