55 - El alma en mil pedazos

—Debo admitir que me preocupa que estés aquí de nuevo —confesó el CEO, recostándose en su preciada silla de presidente.

—¿Y por qué es eso?

—Actitudes como la de esa chica son imperdonables para mí —gruñó con molestia.

—No te preocupes, estoy acostumbrada a ese tipo de trato.

Sebastián se sintió...