47 - Un monstruo

—¡Suéltame! ¡Bájame ahora! —gritó la pelirroja, pateando el fuerte hombro de Sebastián, quien la ignoró y entró al ascensor con Helena a cuestas; para él, ella era como una pluma, esa mujer no pesaba nada.

—No hasta que lleguemos al coche.

—¿Estás loco? ¡Esto es un secuestro! ¡Ayuda!

—Grita lo qu...