Treinta y nueve. ¿Recuerdas lo que pasó anoche? Sí, cometiste un error mortal.

—¿Algo malo con los huevos? —me pregunta la madre de Jase esa mañana durante el desayuno. Nos mantiene a Jase y a mí sentados en extremos opuestos de la barra para evitar cualquier juego de pies o roces "accidentales" de manos, pero esa no es la razón por la que me siento decaída. Estoy demasiado ne...