Diez. La cambiaformas Cassandra puede deslumbrar y deleitar a su hombre, pero la Cassi humana es un desastre

Mi explicación divagante y susurrada sobre mi identidad ha muerto en un incómodo silencio, y Jase sigue sentado congelado en la esquina, mirándome. Quiero que diga algo al menos, como un «Entiendo» o «Estoy aquí para ti, aunque me asustes muchísimo, acosadora mirona...».

¿Sabes qué? Tal vez no quie...