30. La selección de prostitutas

Dentro de la cueva era difícil distinguir si era de día o de noche. Sin embargo, el aire era sorprendentemente fresco, aunque húmedo y frío. Leila se inclinó sobre los barrotes de su celda y escuchó el viento helado que recorría los profundos túneles serpenteantes. Rozaba ligeramente la superficie c...