Capítulo veintiséis

Aidan

—¡Ay! ¡Ay!— Cierro los ojos antes de contener el dolor, no me gusta la presión que está poniendo en mis rasguños; pero, de nuevo, a ella no le importa mi dolor ni mis quejas. —¿Alguna vez has intentado esto que llaman "dar toques suaves"?— pregunto.

Para mi sorpresa, ella termina aplicando e...