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Gayriel despertó en una cama con sábanas suaves y plateadas y una abundancia de almohadas mullidas. La habitación estaba demasiado iluminada. Sus ojos latían, no estaba segura de cómo, pero sentía que se hincharían hasta salirse de su cabeza. Gimió miserablemente y se estiró. Su cuerpo dolía, como s...