Tormenta

—Bienvenido, señor Romano. —Ignorando a los sirvientes que se inclinaban en señal de bienvenida, Xavier irrumpió en su mansión, aflojándose la corbata y tirándola sin importarle dónde caía. Hirviendo de rabia, se dirigió a la cocina, agarró una botella de agua del refrigerador y subió las escaleras ...