comencemos

El hombre que entró era alto, vestido con ropa oscura de estilo militar que se ceñía a su delgado y musculoso cuerpo. Su rostro estaba en sombras, pero el brillo de sus ojos al recorrer a los tres cautivos era inconfundible. Había una inteligencia fría y calculadora en su mirada, y el estómago de Ni...