Capítulo sesenta y cinco

*El doctor lleva el tubo otra vez. Sus ojos no muestran arrepentimiento. Solo está haciendo otro trabajo. Un trabajo cruel. Estoy indefensa, no puedo moverme hasta que una bola de fuego azul oscuro sale de mí y explota.

Me incorporo de un salto, jadeando y con el corazón acelerado.*

Solo era un sue...