27. Fantasía y realidad

DÍA UNO

—Déjalo así. Y ven aquí.

Unos ojos color avellana me miran de la manera más adorable y siento un golpe en el pecho. Emara parpadea lentamente mientras susurra:

—¿Gateando o de pie...?

—¡Solo ven aquí! —le grito, mi voz resonando con frustración.

«¿Puede dejar de ser tan condenadamente l...